Lava los tomates ramillete y resérvalos.
Precalienta el horno a 200°C (390°F).
Corta el pan en rebanadas de más o menos 1,5 cm de grosor. Lo ideal es usar pan de payés mallorquín, pero si no encuentras, puedes usar pan de hogaza.
Tuesta las rebanadas de pan en el horno o en una tostadora hasta que queden doradas y crujientes.
Frota el tomate sobre el pan, aplastándolo un poco para que suelte el jugo y las semillas, impregnando bien la tostada. Desecha el resto de la pulpa que quede.
Echa un buen chorro de aceite de oliva virgen extra sobre las tostadas y añade sal al gusto.
Acompaña con alcaparrones, guindillas, aceitunas trencadas y hinojo marino.
Sirve el pa amb oli mallorquín con embutidos al gusto: queso de Mahón, sobrasada mallorquina, jamón serrano y/o anchoas... ¡y a disfrutar de la merienda!